Sosias

Esta palabreja que no había escuchado, ni leída, ni escrita, son de las que te las encuentras sin darte cuenta, que no sabías que podrían existir y ni siquiera se me había ocurrido imaginármela y esa palabra existe, alguien pensó que sería necesaria para nuestro vocabulario y que cuando pensáramos en ella, la utilizáramos en esos términos, para que no hubiera equivocación.

              La definición de sosia, persona que tiene un parecido con otra hasta el punto de poder ser confundida con ella. Esta voz procede del nombre del personaje llamado Sosia de la comedia del autor latino Plauto titulada Anfitrión. La forma sosias es hoy la más frecuente, aunque aún sigue vigente la etimológica sosia. La palabra anfitrión hace referencia a la persona que tiene invitados a su mesa o en su casa. Se la debemos a Plauto, dramaturgo romano del siglo III-II a.C., que escribió una obra titulada con el nombre de su protagonista: Anfitrión.

              El argumento de la comedia es el siguiente: Anfitrión, rey de Tirinto, estaba casado con la bella Alcmena, que despertó el amor del mismísimo Zeus. Aprovechando Zeus la ausencia del monarca que estaba guerreando, el dios adoptó la forma humana de Anfitrión para mantener relaciones carnales con Alcmena, quien lo recibió con los brazos abiertos pensando que se trataba de su verdadero marido. De esta tramposa unión nacería  Hércules, el famoso héroe griego.

              Para urdir este engaño, acompañaba a  Zeus el propio dios Mercurio que había tomado la figura del criado de Anfitrión, un tal Sosia. Ahí tenemos las dos palabras que han llegado hasta nuestros días, sosia y anfitrión.

              Qué existe otra persona, muy parecida a ti, que incluso la confunden contigo, un ser que es igual a ti físicamente, en altura, peso y más semejanzas estéticas. ¿Quién no ha soñado tener un doble por algún sitio? Realidad o ficción, todos en algún momento lo hemos imaginado, ser nosotros y ser a la vez otra persona. Que otra persona como yo tenga otra vida y llegado el momento de cruzártela al azar,  reconocerla, como uno mismo o como otro.

              El caso de los gemelos que cohabitan juntos en el útero materno, que se forman como personas, que son uno y a la vez dos, cuando nacen se separan, pero ese vinculo que los unió, les seguirá uniendo toda  la vida, que tiene presentimientos de las cosas que les ocurren, que están ligados por compartir vida, vida materna, que comparten ADN, genes y materia orgánica de vida y a saber que más…

              Las películas de las gemelas separadas y que luego  intercambian sus vidas, cuantas películas de gemelas hemos visto, jajaja por lo menos dos. Una rica y otra pobre, que en un momento dado coinciden y se dan cuenta que son una, que son dos, y se cambian sus vida y nadie se da cuenta, ni sus verdaderos padres, con los despistes oportunos para hacer la película más entretenida, ni sus novios, porque en estas películas siempre son jóvenes y en edad de merecer.

               En el libro de José Carlos Llop, “La ciudad sumergida”, del 2010, Llop rescata una ciudad que ya no existe, su Palma de Mallorca de los años 60 y 70, en el principio del libro, nos cuenta: “Y algunos imaginan un doble de  sí mismo perdido en algún lugar de su propia ciudad, a imitación de esa caprichosa  ley de la genética que asegura que tenemos un sosias que  pasea por el mundo sin que nunca lleguemos a toparnos con él”.

              Nuestro autor, tuvo una enfermedad muy grave cuando tenía 15 años, por tener un trozo de cordón umbilical de su hermano  gemelo muerto, de hecho él no sabía de su existencia. Trascribo palabras escritas por el autor:

              “El comienzo de la gestación  del hermano gemelo, otra coincidencia del ser que no llegó a formarse y que tanto no llegó tampoco a nacer. No más allá del extraño fenómeno de haber nacido ya con dos cordones umbilicales, uno dentro de otro, rareza que casi acaba conmigo las primeras semanas de vida y que me provocó diversos trastornos clínicos en diferentes épocas de mi vida. La creación de una vida distinta a la mía propia era lo que yo le debía a mi hermano muerto una vida paralela la de mi hermano no exactamente muerto sino concebido y no nacido más allá de un fragmento de su cuerpo”.

              Estas palabras escritas me han sobrecogido, me han llenado de ternura y pena a la vez por una vida que no pudo tener su hermano muerto, que nuestro escritor la vivió por él, o la quiso vivir para sentirlo vivo, para saber de su existencia, por otro lado el trozo de cordón umbilical que le causo muchos problemas de salud, la parte de su hermano gemelo le decía que había sido él el que había sobrevivido, solo podía ser uno. De alguna forma existía una conexión con el hermano muerto. Le debía algo por vivir. Tenemos que estar en deuda, esa que vamos pagando a lo largo de la vida.

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