La paciencia

Esta mañana leyendo, me ha venido a la cabeza la paciencia, es una palabra, concepto que me encanta y que tiene un poder mágico, tener paciencia, que virtud, vivimos en una sociedad, donde predominan las prisas, todo lo tenemos que hacer deprisa, si tenemos algo que hacer, lo tenemos que hacer ya, las cosas no pueden esperar, para mí, cada cosa, actividad, o lo que tenga que hacer, tiene su tiempo, no es lo mismo hacer algo con ganas, que por obligación y hacerlo regular o mal, prefiero dejar las cosas pasar y cuando sea el momento hacerlas.

Esto me ha ocasionado algún que otro problema, de posponer cosas, por no sentirme con fuerzas o simplemente dejarlo pasar, por… ¿Quién lo sabe? Soy de lo que piensan y así lo siento, que tengo que hacer las cosas cuando creo que las tengo que hacer, a veces prefiero estar tumbado sin hacer nada, aun sabiendo que tengo cosas pendientes, y otro días ando sin parar solucionando cosas, no todos los días son propicios para hacer cosas,(los idus, romanos), tenemos que tener la paciencia suficiente para saber que todas las cosas no tienen solución instantánea, que hay muchas que no dependen de nosotros y que el tiempo es un factor a tener en cuenta en la resolución de los problemas  y sin embargo, lo olvidamos.

Eso no quita, que en ocasiones tenemos que hacer las cosas por obligación, las hacemos y punto, porque vivimos en un mundo que así nos lo impone. Pero creo que esto no es un tema de paciencia sino de sentido común.

En alguna entrada de mi blog, ya he reflexionado acerca  del tiempo, el motor de nuestra vida, lo que le da valor, nos movemos dentro de él, si no fuera a través del tiempo no entenderíamos nuestra vida. Sin el tiempo, todo ocurriría a la vez, la paciencia determina un poco la duración de nuestro tiempo, saber esperar a que llegue el momento de actuar o de hacer o de no hacer, que virtud.

Está mañana desayunando me ha salido esta pequeña reflexión de la paciencia: “La paciencia no solo es esperar, que lo es, también es esperar con ánimo de saber, que las cosas y los procesos tienen su tiempo y ese querer, es la esperanza, de saber…”

Cuando lo escribí, leí, el principio en otra cita, la paciencia no solo es esperar, claro, es más, eso me ha hecho que pensar, el que espera se desespera, esperar tiene la incertidumbre de no saber, cuál será el resultado o si lo que estamos esperando va a cubrir nuestras expectativas, esa cosa incierta que no nos deja vivir, que no nos deja pensar, que se convierte en un problema imaginario y que seguramente en breves momentos tendremos la certeza de lo que va a ocurrir.

Lo que me sorprende es la capacidad que tiene el tiempo de transformarse ante nuestra paciencia, no es lo mismo estar en casa tumbado a la bartola, sin nada que hacer, en donde el tiempo no importa, porque lo tienes, que cuando estás en la consulta del médico, esperando a que te toque, que te desespera.  Cuando uno está en un coche esperando en un semáforo, o en una caravana, tenemos poco aguante o nada, enseguida nos ponemos nerviosos, a pesar de no tener una prisa excesiva, parece que la vida no se nos va en un momento, en esa espera, de desesperanza, cuan complicado somos con el tiempo, como le gusta a nuestra mente jugar con la vida.

Mi padre me decía: “La paciencia es la madre de la ciencia”. Las cosas no suceden por arte de magia, necesitan unos procesos para que pasen, no podemos imaginar plantar una semilla, y que en ese mismo día germine y así todo en la vida, saber que tenemos que esperar y no desesperar en el intento. El que tiene paciencia conseguirá muchos de sus propósitos, el que persiste ante la adversidad, el que no se detiene ante los problemas, busca soluciones  y continua, sigue su meta.

Por el hecho de esperar, estamos en alerta, preparados para lo que pueda suceder, por eso nos agobia tanto, podemos estar un rato, pero mucho se convierte en una pesadilla.

Ser impaciente puede ser una forma de ser, de comportarse, que  debemos de intentar cambiar, de trabajarnos para ser mejor persona y no morir en el intento.

A veces, las menos, somos demasiados pacientes y hay que saber donde está nuestro límite, sin embargo, por lo general ocurre al revés, el vaso se llena demasiado rápido y esa gota desborda nuestra paciencia.

Desde antigüedad la paciencia es un arte, meditar es tener paciencia, para que tu cuerpo se relaje y no impacientarse con todo lo que nos pasa a nuestro alrededor, disfrutar de nuestra presencia, de nosotros, encontrarnos, saber lo que siento en ese momento, perder la sensación del tiempo, que no sea lineal, que las cosas pasen, solo por su propio sentido, sin importar el porqué, que maravilla, el tiempo cuando deja de ser tiempo.

Una pequeña historia que me ha venido a la cabeza, que no sé, si  tiene que ver o no con la paciencia, aunque creo que todo en la vida tiene algo que ver con la paciencia, esa forma de afrontar la vida que nos determina en nuestro comportamiento. Os cuento, a un sabio Yogui, en los últimos momentos de su existencia, le preguntan, nos puede resumir su vida y contesta: “Error, tras error”. Cuanta sabiduría en tres palabras. Creo que sobran las explicaciones, yo me lo repito muchas veces, así es la vida, darte cuenta de que no somos perfectos, que nos equivocamos, una y muchas veces, rectificamos y seguimos, de eso se trata. Cuantas veces he vuelto a empezar, creyendo que esta sería la última…

2 comentarios sobre “La paciencia

  1. Hoy tenía paciencia para leer tus reflexiones, porque estoy en el Toyo, jejeje….y dejas claro que hay muchas «paciencias» distintas. Que razón tienes y tienen cada una de ellas. A mí me gusta ser paciente, pero no del médico, me gusta esperar a desesperar, pues en el argot castrense dicen que «el que espera sabe que la victoria es suya». Tú sabes esperar Goyo, y tienes paciencia con las cosas importantes, se intuye en tu talante, eso sí…. estoy convencido que mucho de eso lo has aprendido de tu actividad laboral. Todo suma. Tengo ganas de echar un rato de bici o de running contigo….. pero sin prisa. Un abrazo, amigo.

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