Seguimos dándole a los pedales, con fuerza e ilusión y nos siguen pasando cosas. La bicicleta eres tú y algo más que se me escapa, en mi forma de entenderla. Cuando salimos solos con la de carretera o por lo menos a mí me pasa, es reflexiva, empezamos a darle vueltas y más vueltas a la cabeza. Pero estos días de primavera son diferentes, el sol, la naturaleza tiene una fuerza increíble que no te puedes sustraer a sus encantos, te atrapa desde que sales, el aire te acaricia y el frescor de la mañana se va convirtiendo en un abrazo de calidez, de sensación de bienestar. Llevo dos días sintiendo la primavera, el sol es diferente, nos manda su energía y nos comunica su entusiasmo por vivir, por ser, por sentir, por estar en está tierra, por ser parte de este misterio de la vida y por pertenecer a algo superior.
En la bici también pasan cosas aunque vayas solo, últimamente hablo mucho con los ciclistas que me voy encontrando, somos muchos los que salimos solos, a la aventura y en las carreteras nos encontramos, en esos momentos de soledad, nos contamos cosas, a veces con sentido y a veces sin él, cosas triviales, hablamos de la bici que llevamos, de los componentes, de las prisas que tenemos, de lo que nos gusta la bici y en general cosas sin importancia, que relajan y se nos hace el entreno más ameno.
Por contar algún chisme, pararme a desayunar, se ha convertido en una rutina que cada día me gusta más, procuro desayunar en sitios que por el lugar o por lo que sea, me apetezca, normalmente son terrazas al aire libre con el solecito y el mar de fondo, me gusta que a ser posible sean sitios con poca gente y si no hay nadie mejor, que me estoy volviendo un poco anacoreta.
La gente tiene esa costumbre de hablar en voz alta, considero que es una falta de educación hacía los demás, a mí que me importa lo que tengan que decir, si yo quiero estar en mis cosas y a mi sin querer, queriendo se me va el oído y no me dejan disfrutar de mi momento zen, de paz y tranquilidad. Esta mañana era una de esas que no me han dejado sentir este día maravilloso, cuando he llegado había cuatro personas sentadas en una mesa, dos eran los padres y una pareja más joven, él era el hijo porque se ha referido al hombre mayor de Papá, he deducido que eran vascos primero porque al hijo le han llamado Pachi, hasta ahí fácil no, y lo segundo por su forma de hablar. Que conste que no tengo nada contra los vascos, ni contra nadie lo comento porque me gusta que les guste Almería. Pero lo que más me ha confundido o más bien enfadado en esta pequeña historia, es lo siguiente:
La madre nada mas llegar yo, la escucho decir: “El café en Almería está malísimo”, así lo ha soltado y se ha quedado tan a gusto, vaya¡¡¡¡ y me digo: bien empezamos, pero sin cortarse un pelo a viva voz, que nos hemos enterado todos los que estábamos en la terraza, mala educación no, lo siguiente, no sé si el camarero también, pero a ella le daba igual, debemos de ser respetuosos y este comentario lo puede decir mas bajito sin necesidad de dejarse notar y sobre todo que el camarero se puede sentir incómodo. Siguiendo un poco la conversión parece que estaban de viaje, no he llegado a enterarme que hacían en Almería, pero esa ya sería otra historia.
Al poco se sientan dos hombres de mediana edad uno de la mía y otro un poco mayor, sesentón o así, por la forma de hablar madrileños, tampoco tengo nada contra los madrileños; el mayor hablando por teléfono con otro de temas de la bolsa, en plan interesante, también gritando, como si todos nos tenemos que enterar de su superconversación. Cuando piden la comanda, le piden al camarero una determinada marca de cerveza, el camarero les dice que esa en concreto no la tienen y le ofrece cuatro o cinco marcas y que raro ninguna le parecían bien, al final se piden unas cañas de barril y de tapa ensaladilla, cuando se la están comiendo empiezan a decir, que la ensaladilla no son más que patatas. Uff que gente más protestona, en vez de disfrutar del entorno del sol de la playa…ah que no lo he dicho estaba en Cabo Gata en el Paseo Marítimo es uno de los sitios con más magnetismo que conozco y que más me atrae, con sentarme soy feliz, pero a veces pasan estas cosas.
Unos necesitamos tan poco y otros quieren ver el vaso medio vacío. A ninguno de mis anfitriones les he oído alabar o decir lo maravilloso del sitio. En fin no me quiero alargar era por contar un poco mi mañana de bici; siempre tiene algo de encanto y nunca sabes lo que te puede ocurrir si pegas el oído o si se empeñan en hablar fuerte y luego tenemos fama los almerienses de hablar a gritos… por favor. Esto se ve que es más común de lo que parece.
Siguiendo con lo que estamos hablando en Twitter, Gloria Serra la periodista de la Sexta, de equipo de investigación, le ha pasado algo parecido viajando en el AVE, alguna persona por decir algo, hablando fuerte para que todo el mundo se enterase, que nos pasa con los teléfonos, que nos creemos que estamos solos o que queremos hacer participe a todos de nuestras cosas, dejo a continuación dos Tweets que son muy significativos, hablando sin pudor, que la gente no se corta en hablar en voz alta, da igual, debemos ser respetuosos y educados en la relación con los demás. Queramos o no queramos nos enteramos, pero realmente tengamos o no tengamos interés.