Viaje a Madrid, ¿por placer o por trabajo?, eso es lo primero que se pregunta, como si tuviera algo que ver, ¿por qué queremos marcar esa diferencia? ¿Existe? Nosotros mismos marcamos esas diferencias, establecemos nuestros propios límites en la vida, en nuestros viajes y en general en todo. Se puede ir de viaje de trabajo intentando pasar unos ratos agradables. Estar metido en un cuchitril y sentir que estás en un palacio. En fin, es nuestra propia actitud ante los problemas la que nos dice nuestro sentir y ser ante esta realidad que llamamos vida.
Mi viaje empieza sin querer como casi todo. Yo quería y luego ya no quería, por las fechas, por la organización, por mi estado de ánimo, no me apetecía. ¿Entonces qué hago en Madrid? Hoy me he sentado a escribir estas letras para reflexionar un poco por esa pregunta. Te ves envuelto en un torbellino de vida y no te das cuenta y ya estás montado en el tren de viaje y no sabes, ni por que.
Preparar, lo deje todo para el último día, no era un tema que me preocupara, lo tenía todo metido en la cabeza, inconscientemente, unos días antes ya vas pensando lo que te tienes que llevar, es un acto automático como el que no quiere, ella te lo organiza. Y ya ese último día era ponerlo todo encima de la cama, mirar, observar, dejarlo reposar unos minutos y ver si se te ha olvidado algo. En estos momentos cuando llevo ya tres días en Madrid solo hecho de menos unos auriculares inalámbricos, de lo que me tenía que haber traído, mi tablet no tiene agujero para meter el cable de los auriculares y mira que lo busque, digo el agujero.
Mi viaje, en tren, que maravilla que sensaciones mas buenas, de mirar y mirar por la ventana y eso que la primera en la frente, ya no se sí lo pensé y luego no se lo dije al que me despacho el billete, pero juraría que le dije que me diera un billete a favor de la marcha, pues nada, en contra. Lo bueno es que no me mareo y vi la vida al revés. A la vuelta desconozco cuál será mi sorpresa.
Tuve la gran suerte de coincidir con una buena familia de Adra, matrimonio e hija de unos diez años, la niña listísima, un encanto y la familia también. Por lo que deduje tenían invernaderos. Que gente más sencilla y buena, nos pasamos el camino hablando de todo, y puedo decir que se me pasó en un suspiro. No leí ni una coma, no saqué el libro, y eso que había pensado pasarme todo el trayecto leyendo, la vida…mejor así
Mi viaje a Madrid, claro de trabajo, llevo un tiempo que de ocio poco, un curso de dos semanas, por la mañana y por la tarde, terminamos sobre las 18,00 horas y acabo agotado, no entiendo cómo sin hacer ningún tipo de esfuerzo físico puedo terminar tan cansado. El curso es ameno y los profesionales que lo imparten se esfuerzan en no hacerlo muy pesado, otra cosa es que hay temas que son pesados por su propia naturaleza y poco o nada se puede hacer.
En cuanto a los compañeros, buena gente y con eso lo digo todo, chicos trabajadores y en su mayoría algo más jóvenes que yo, pero poco.
Hasta hoy que llevo ya cuatro días, mi experiencia está siendo buena, se pasan los días rápidos, todavía no me ha dado tiempo a ir a ningún sitio en concreto, he hecho un poco de turismo por los sitios cercanos a mi hostal, Sol, Plaza Mayor, Neptuno, Cibeles, Gran Vía y Plaza España y poco más, como he dicho, cuando vuelvo, estoy sin ganas de nada, solo de tumbarme un poco, de leer o ver alguna serie, de ducharme y a dormir. Estoy un poco vago, a ver el fin de semana.









Por otro lado el hostal, la habitación es pequeña, pero muy coqueta tiene de todo lo necesario, y a pesar de su espacio reducido, me las apaño bien y no me siento enjaulado, es un entorno para mí sólo y después del bullicio y gente que veo a todas horas, llegar a la habitación es reencontrarme conmigo, como una isla en medio del mar. Otra cosa que me ha llamado mucho la atención es el ruido, mucho, mucho ruido como la canción de Sabina.
En estos primeros días ha habido una cumbre de la OTAN y había policía por todos los sitios, había calles cortadas y un despliegue de seguridad impresionante, con helicópteros, perros y caballos. En resumidas cuentas, todo un poco caótico.
Hoy, viernes han terminado los de la otan y empieza el orgullo gay, que será más divertido, por su colorido, trajes y demás atuendos.
Madrid es caro. Las comidas es lo único que me está gustando. Hay menús con precios normales y todo el mundo come así, no les merece la pena volver a sus casas. Son rápidos y variados.
Mis compis de cursos, que voy a decir, que muy majos, hay de todos los puntos de España, cada lugar de trabajo, es un mundo y en casi todos los sitios los mismos o parecidos problemas.
Llega el fin de semana y con ello la tranquilidad, la tarde del viernes me fui al Museo del Prado, es impresionante, en cuanto entras, ya estás perdido, son muchas y muchas salas. Una especie de pasillo central, que no lo es, y salas que desembocan en otras salas y así hasta perderte. Tiene tres plantas, la menos una y la primera grandes y una segunda planta más pequeña con varias salas. Tenía que pararme con el plano para no perderme, para no pasar por donde ya había pasado, al final tenía que volver a empezar desde el principio. Un toque de atención a los del museo, el críptico que nos dan es muy pequeño de tamaño y sus letras para que decirte, hasta con las gafas me costaba ver los números de las salas e interpretar a los autores de los cuadros.
Que decir, ¡impresionante! Unos cuadros de dimensiones gigantescas, con unos colores asombrosos. No voy a entrar en los autores, que entiendo poco, y me gustan los clásicos, Velázquez, Goya… sobre todo. Pero lo que más me llamó la atención fueron las caras de los personajes pintados, eran caras de otro tiempo. No eran caras normales de ahora, eran más redondas y puedo decir que más feas o con otros patrones de belleza, con miradas perdidas o inexpresivas. Muchos retratos de Reyes y de sus familias, paisajes y situaciones de la vida cotidiana o de acontecimientos célebres. Todo esto escrito desde la perspectiva del que no entiende y que escribe lo que piensa. Tenía esa deuda pendiente, con este museo, no había estado nunca, deuda saldada.
Por hacer un inciso referente al atropello de Valverde y sus acompañantes. El conductor que los atropella pasa muy cerca del grupo de ciclistas, estos le recriminan y éste se para con el coche, esperan que pasen y los atropella. Por favor, que el ciclista es el elemento débil de la cadena, ¡qué nos está pasando!, no soportamos que nadie nos diga nada y nos moleste. El conductor asesino, solo piensa en hacer daño, no piensa que el ciclista tiene familia, que quiere volver a su casa, que está practicando un deporte. Todo el peso de la ley para el conductor asesino. Decir que los ciclistas dentro de lo malo, están medio bien.
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