La vuelta a la casa de invierno y de forma sorpresiva, es deprimente, todo es más oscuro, los colores, el asfalto, los coches, los olores, la contaminación y sobre todo mi sensación, una sensación de fin del verano y de una perdida de un tiempo de vida, de disfrute, de sol, de playa, de arena, de andar y de muchas cosas que se hacen en verano, esos atardeceres eternos, esos baños a primera hora de la mañana con el agua fría que te hace estar vivo, ese pasear por la orilla de la playa, esa lectura pausada en la terraza, ese roce de la brisa que nos acaricia y todo esto, se ha terminado. Empezamos otra vida o mejor retomamos la que ya teníamos y estaba olvidada, es como que esa ya no me pertenece, esa vida era anterior a la otra y ahora se quiere imponer y yo todavía no la dejo, me resisto a empezar otra vez con las rutinas del invierno.
Cuando me he levantado esta mañana, estaba perdido, tenia muchos frentes abiertos y muchas cosas por hacer, pero realmente tenia ganas o era esa rutina que ya se estaba apoderando de mi, solo llevaba unas horas en mi nueva vida y ya era dueña de mis actos, se estaba imponiendo a mi voluntad. Por un momento me estaba ganando, alto, qué soy yo él que manda y diré lo que tengo que hacer. En cuanto me he levantado me ha empezado a mandar y otra vez he intentado imponerme, pero nada, que vuelve y vuelve y la he tenido que dejar, era ella la que me gobernaba y la que sabia lo que tenía que hacer, lo que no entiendo bien, sí yo era consciente de su dominación y de hecho no podía remediarlo, ante estos hechos de mi voluntad he decidido escribir sobre las rutinas, esas que nos dominan y no lo sabemos o sí, pero somos incapaces de ponerle fin.
Siempre se ha dicho que en las rutinas nos sentimos cómodos y qué cuando nos sacan de nuestra zona de control o confort, llámalo como quieras nos sentimos raros, algo nos falta o no somos todo lo nosotros que queremos ser. Las rutinas las interiorizamos de una forma que son más nuestras de lo que pensamos y cuando las hemos olvidado, nos vuelven con fuerza y quieren instalarse en nuestro mundo para volvernos más esclavos de ellas y sean ellas las que nos digan como tenemos que hacer las cosas.
Ha sido volver a mi casa y volver las rutinas a instalarse en mi mente y tener que volver a hacer lo que hacia antes, sin plantearme si eso es, lo que quiero ahora, se ve que necesito un periodo de adaptación a mi nueva vida. La gente lo nota después de las vacas y yo después de tres meses de desconexión. La depre post vacacional, sí me esta afectando…
A veces hacemos cosas impulsados por una fuerza que nos empuja hacia una realidad distinta de la nuestra, es como que no somos nosotros pero si somos. Cuando repetimos un acto o realizamos una acción un numero indeterminado de veces, se inserta en nuestro inconsciente y ya forma parte de nosotros, ahora debemos de hacer al contrario debemos de reconstruir la acción. Cuando piense que tengo que hacer determinada cosa, voy a pensar y decirme, no ahora no lo voy a hacer, y entonces surge la incertidumbre de pensar que no estas haciendo lo correcto que te gustaría hacer. La oposición a las rutinas tiene que ser mi objetivo durante unos días, pensar lo que voy a hacer y no dejarme llevar, sino ser consciente de lo que hago e intentar romper ese circulo, que se vuelve cómodo y de verdad, si lo digo: hacer lo que me apetezca y dejar de posponer las cosas por que sí.
Todo lo que hacemos en nuestra vida son rutinas, leer, escribir, practicar deporte, andar… nos acostumbramos a nuestras rutinas y nos gustan y estas si son buenas y nos sientan bien y cuando no las hacemos notamos ese algo que nos falta; que las necesitamos…
Volver a escribir también entra dentro de mi rutina, cuando te acostumbras, lo necesitas es comunicarte contigo mismo, hablar a una hoja en blanco, mancharla con tus pensamientos, esos que quieres o tienes que dejar volar para mandarlos al universo y que esa energía te la devuelva en forma de otros pensamientos…
A veces las cosas no son tan sencillas he intentamos andar un camino para acercarnos más a nosotros para poder mirarnos y decirnos que ahora será el momento de esa búsqueda, de encontrarnos, de ser más nosotros, de dejarnos llevar, de ser lo que queremos, lo sabemos o no lo sabemos. Sinceramente creo que no…
Goyo, qué bueno volverte a leer. Yo creo que el darnos cuenta se eso es un paso de gigantes. Podemos permitirnos frenar y poco a poco encontrar espacios nutritivos para nosotros dentro de esa rutina. Yo estoy en ello. Quizá mirar cada día con ojos nuevos? Renovarse? No sé. Iremos viendo…
Lo bueno de la rutina, Goyo, es que haces las cosas sin tener que pensar o decidir. Y eso es muy cómodo. Pensar, tomar decisiones… por contra, nos altera, nos rompe los esquemas mentales y fuerza a las neuronas a un proceso mental al que no están acostumbradas. Algo anda mal en esta sociedad que actúa por pura rutina, mira sin observar, ve sin contemplar. Parece que el hombre sapiens, el hombre curioso, con espíritu de conocer, está retrocediendo en la evolución hacia el homo rutinario.
Antonio siempre tan preciso en tus comentarios….q razón tienes nos volvemos demasiado cómodos y la curiosidad por las cosas nos hace más libres…
No pasa nada por regresar y retomar las rutinas, porque ya tienes un motivo para volver y adquirir otras. Ahora hay tiempo para hacer recuento de todo lo bueno que ha pasado en el último verano. Por cierto, Feliz día de la Merced!!!
Tal vez podemos hablar de ritos y no de rutinas, como si fueran actos importantes y apreciados (que lo son). Depende de la actitud con la que se hacen las cosas ¿o no?
Gran reflexión… Yo bendigo ciertas rutinas, como leerte, escribir…