La miseria en bicicleta

Leyendo un periódico local de Almería, DIARIO DE ALMERÍA, el titular me llama la atención “La miseria en bicicleta” él que me conozca  sabe que todo lo que tenga que ver con el mundo de la bicicleta me llama la atención. En principio no sé muy bien a que se refiere, cuando veo la foto que lo ilumina observo a un chico apoyado en una bici con una gorra blanca y una mochila grande, una especie de nevera con una leyenda que pone “Glovo”.

Vivo en una ciudad pequeña y hasta la fecha no había visto a estos ciclistas repartiendo por mis calles, si sabia de su existencia pero hasta ahí puedo leer.

“La llamada economía colaborativa está en el punto de mira” esta frase está copiada literalmente del artículo del periódico. ¿Qué es la llamada economía colaborativo? Entiendo, el intercambio de servicios o productos sin mediar dinero de por medio. Con las nuevas tecnologías, plataformas digitales y apps que han ido surgiendo, las personas demandan un servicio a cambio de prestar otro, por ejemplo una determinada persona me arregla una persiana y yo le doy clases de Yoga o le enseño a arreglar un pinchazo de la bici. Las redes sociales juegan el papel importante de intermediarios;  ponerlos en contacto y cerrar el ciclo. Estos modelos de consumo alternativo están basados en la colaboración y la ayuda mutua. Podíamos hablar de “economía compartida”. Beneficios del consumo colaborativo: en  primer lugar, ahorramos dinero y tiempo, ayudamos al desarrollo sostenible, no consumimos energía en la producción de una cosa que nos sobra y le damos una utilidad, si tu no necesitas algo, puede tener un nuevo destinatario, beneficio medio ambiental, compartimos servicios, contribuimos a cuidar y sostenibilidad de los entornos.

 A estos ciclistas repartidores les llaman riders, repartidores de cualquier cosa que se le ocurra al cliente, también pueden ir en moto o incluso andando, yo me voy a centrar en los que circulan en bicicleta.

Las dos empresas más implantadas en Andalucía, Glovo y Deliveroo sobre todo en Málaga y Sevilla. Su forma de funcionar es el siguiente: llegan a una ciudad y hacen contactos con partners, empresas en mayoría de comida rápida, que se asocian con la aplicación y a la misma vez empiezan a contratar a riders. Al principio son pocos y tienen más o menos trabajo, pero cuando empieza a funcionar, debido a una mayor demanda, siguen contratando más riders y entones ya no hay trabajo para todos y comienzan los juegos del hambre.

Un repartidor de Glovo en Sevilla o Málaga gana 3,25 euros por cada pedido entregado, más una cantidad variable que oscila en torno a los 50 céntimos por kilómetro recorrido. Para optar a estos pedidos tienes que estar en su clasificación de “excelencia”, una especie de ranking y esto que quiere decir; que tienes que estar activo el mayor de número de horas  posibles sobre 10 o 12, de lunes  a domingo, sin rechazar ningún pedido e inmune a los problemas que puedas tener en tus recorridos. Se me ocurren pinchazos, accidentes, rotura de bici… Solo de esta forma un glover se garantiza un sueldo mensual de 800 euros, eso si por 80 horas al mes.

A esto le podemos llamar un “sistema moderno de esclavitud”, la idea en principio es buena a través de una aplicación ponemos en contacto a una empresa que necesita repartir sus productos con los ciclistas repartidores y todo el mundo feliz, pero que pasa, que  entran en juego otros factores que determinan la explotación del repartidor: les imponen horarios, firman el contrato que ellos quieren, se  tienen que adherir a él, les dan las facturas para que las firmen independientemente del trabajo realizado, tienen que estar dados de alta como autónomos desde el principio.

¿Podemos decir que el modelo es legal? Seguramente sí, pero someter a sus trabajadores a esas condiciones es socialmente aceptable, sinceramente no lo creo, se aprovechan de la gente más necesitada, gente joven e inmigrantes. Si no cumples con sus exigencias o no te encuentras en su clasificación, te van desconectando, no te dan trabajo y cuando ya te han desconectado, es un despido encubierto.

No entiendo que  a esto se le pueda llamar economía colaborativa, creo que  solo  a la idea, el resultado es una explotación del trabajador o trabajador ciclista. No se comparten servicios, ni bienes, se trata de una empresa que contrata riders y les somete a unas condiciones de trabajo humillantes y ya está, si  no juegas con mis reglas  a la calle o simplemente como he mencionado antes te desconecto, no te doy trabajo.

Me gusta la idea del riders en bicicleta, no contaminamos, hacemos un mundo más saludable y no vamos por ahí, haciendo un ruido infernal como las motos. Lo que si vengo observando que las motos repartidoras van a todo meter por la ciudad, en ocasiones se saltan semáforos y circulan con mucha temeridad, espero y deseo que las bicis repartidoras vayan respetando las normas de circulación que anden por los carriles bicis  o por  la carretera y que no circulen por las aceras que son de los peatones y por favor que haya un respeto entre todos los que tenemos que movernos por las carreteras.

 

 

 

 

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