Somos cuerpo y mente y somos muy vulnerables, todo lo que pasa nos afecta y en la mayoría de casos no somos conscientes de este hecho. Queremos pasar de puntillas por las cosas, pero ellas tienen un poder sobre nosotros, solo nos damos cuenta, cuando nos tocan de tal modo que nuestra existencia se vuelve extraña, loca, rara, nos creemos inmortales, pero somos humanos débiles de espíritu, solo somos carne, huesos y líquidos, eso sí, que podemos pensar y ser conscientes de nuestra propia existencia, esa con la jugamos a todas horas.
Cuando, hemos convertido un grano de arena en nuestra particular montaña, es cuando decidimos que eso, no lo debíamos de haber consentido, la cosa, es que ya estamos en ese punto de no retorno, la partida se está jugando y nuestra cartas no son las mejores, ni las peores, son las que son, tenemos que jugarlas y no dejar pasar la mano, sin embargo nosotros no estamos en la partida, otros la están jugando.
La mente tiene que estar ocupada y pensando en algo, no la podemos dejar que vagabundeé, nos vuelve locos, me he dado cuenta que si no tiene un títere se lo inventa da igual lo que sea, sea o no importante, ella le da lo mismo, tiene que tener un runrún, un rumiar, un dar vueltas, para no sacar ninguna solución, a lo que ella cree que tiene que buscar una salida, y no hay salida, porque da igual.
La mayoría de veces sin darnos cuenta, nuestra mente está con sus elucubraciones, y tú te has dejado invadir por ese mar de pensamientos inacabados, sin sentidos, sin respuestas. Tenemos que recapacitar y volver al principio a gobernarnos, a pensar en lo que nosotros queremos y no lo que ella quiere. Ella siempre quiere mandar y nos quiere amargar con sus pensamientos repetitivos, que hartura de mente.
La respiración, la meditación basada en la respiración, observar nuestras sensaciones del cuerpo… para intentar que seamos nosotros los que pensamos y no nuestra mente, no dejarnos dirigir por ella, ser nosotros los que llevamos la voz cantante, en eso se basa la meditación, en pensar nosotros que no sea nuestra mente la que piensa.
Esta mente, está diseñada después de miles de años de evolución en salvarnos la vida a costa de todo incluso de nuestra salud, está pendiente de todo, pero ahora ya no nos va a comer un león, nos pueden atropellar un coche, pero es diferente, la vida ha cambiado, y nuestra mente no, se tiene que acostumbrar poco a poco, ella sigue con su runrún, todo es peligroso y nos pueden pasar cosas y como no es así, se busca a nuestros propios enemigos, que son los suyos y no los nuestros.
Esta reflexión me viene a que estaba disfrutado de un paseo con la bici por la costa con el mar de fondo y la arena hablándome, con el sol mirándome, la brisa acariciándome, sintiendo esa pequeña velocidad tan placentera y en un momento me doy cuenta que no estoy disfrutando, la mente se me había ido, a… no me acuerdo pero da igual a algo sin sentido y sin ninguna importancia, vivir ese momento darte cuenta que ese es tu momento, y ¿por qué se despista la mente? Tenemos que educarla y debemos ser nosotros los que la iniciemos el camino. Por eso meditar, estar presente, ser consciente, es tan importante para vivir, sí para vivir sino vivimos sin vivir.
Y para terminar un poema, que me ha dado por leer poesía y digo que a veces no la entiendo que se me hace difícil ponerme en la piel del autor. Tengo que seguir leyendo y leyendo…
Este es de mi cosecha, se titula…
El olvido
Tú volabas en un mar azul
Venias hacia mí, y no llegabas
Volabas y volabas, y nunca llegabas
Las nubes blancas, también volaban
Ellas pasaban, y tú no llegabas
Será el olvido, que nunca llega…

Posdata: La foto de la portada me la ha cedido un amigo ciclista, Alonso. Gracias.
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