Retomo el tema dónde lo dejé esperando la salida, estamos en un sin vivir, por la lluvia ponte chubasquero, quítate chubasquero, encima se me ha roto la cremallera, ésas cosas del querer, será la segunda o tercera vez que me lo pongo, pues nada, el cierre la parte del final se ha desprendido, menos mal que con un imperdible que he podido coger de los dorsales, hemos hecho un apaño y ahora me lo tengo que quitar y poner por la cabeza, al final he decidido no ponérmelo, me estaba dando mal fario.
La salida es muy emocionante estamos todos nerviosos y solo queremos salir y empezar a darle a los pedales, se ven bicicletones (bicis caras) y por lo menos te recreas la vista. Hablamos de cosas incoherentes, estamos más pendientes de todo lo que pasa a nuestro alrededor quieres vivirlo intensamente. Va llegando la hora, un Speaker, animador en español no para de hablar, de hacer arengas y dándonos muchos ánimos y diciéndonos lo bueno que somos, muy típico militar, esto acompañado de una música marchosa a tope, nos hace levantar las manos varias veces. Unas palabras del General de la Legión y del Alcalde de Almería y el bombazo de salida, echamos a andar muy lentamente, los cuatro o cinco primeros kilómetros son de paseo, es una salida neutralizada.
Seguimos andando muy despacio, en la primera rotonda, empiezan a pasarte otros ciclistas, te adelantan por la derecha por la izquierda por todos los sitios, da la sensación que les falta tiempo, con 100 kms por delante por favor, con las prisas, tenemos que tener mucho cuidado, te puedes caer en esos momentos por la impaciencia de algunos, desde los primeros kilómetros veo alguna caída y gente parada con pinchazos.
Desfilamos por la Avenida de la Vega de Acá, seguimos por la Avenida del Mediterráneo, Sierra Alhamilla y entramos por caminos para dirigirnos al cuartel de la Legión en Viator, lo cruzamos de ahí a los Baños de Sierra Alhamilla, la subimos por una vertiente de tierra hay tramos empinados, pero bien, acabamos de salir y tenemos fuerzas, vamos tranquilos y guardando energías que nos van a hacer falta, descendemos por la carretera hasta la mitad más o menos y volvemos a los caminos de tierra, pasamos por los decorados de las pelis y por una vereda de palmeras de ensueño. Cruzamos la carretera Nacional cerca de Huércal de Almería y vamos hacia una zona que la llaman de la Central Eléctrica, hay unas cuestas eléctricas nunca mejor dicho, las subimos despacio ya la conocemos, a continuación unos descensos rápidos y unas cuestas muy empinadas, me bajo en algunos tramos, bien por la subida, bien por las otras bicis que se paran y porque es fácil perder el equilibrio.
Seguimos y llegamos a la Presa a unos 8 kms de Almería, cerca ya de un avituallamiento sólido, bocatas de jamón, barritas, cervezas sin alcohol, agua, acuarios… Cada 10 kms había avituallamientos líquidos y sólidos nos daban higos, orejones, almendras, plátanos, naranjas y más cosas que no me acuerdo. Todo servido por legionarios majísimos, simpatiquísimos, no paraban de animarnos, por favor, que buena gente, yo de mayor quiero ser como ellos, me han encantado. En este punto me paro y me como mi bocata de jamón como si no hubiera un mañana, disfruto de cada bocado y con mi cerveza sin alcohol me sabe a gloria, pero no me podía quedar mucho rato, hacia frío y me podía enfriar y luego cuesta empezar a darle a los pedales. Un tema interesante que todavía no he tocado; ni una gota de agua y todo el terreno en perfectas condiciones, de momento no me lo podía creer, todos pensábamos en algún tramo nos lloverá de momento nos vamos librando, seguimos cruzando los dedos.
Ahora tocaba una parte complicada la subida a la Peseta, es una zona muy pedregosa y por el tamaño de las piedras de difícil circulación para ciclistas vamos dando saltos y terminas hasta los mismísimos de tanta acrobacia, pero mira por donde después de la lluvia y el paso de los otros ciclistas habían un sendero y ahí íbamos todos en fila india, bien, mejor de lo esperado. Cuando llegamos a lo alto, avituallamiento de higos, almendras y líquidos. Me tiro rápido para el descenso, lo conozco bien y me resulta fácil y llegamos a Enix de ahí al Marchal de Antón López y a subir las súper cuestas, tramo complicado vamos muy despacio, pero vamos subiendo, a ratos me paro y subo andando depende un poco de la gente y de mis fuerzas.
Seguimos y seguimos dando a los pedales y llegamos a un alto, pero no a un alto cualquiera si no a uno que nos indica que las cuestas se han terminado o por lo menos lo que es subir y subir, la gente se abriga y para abajo, yo la verdad que no me puse el cortaviento ni una vez en toda la carrera, jajaja, solo en la salida, me lo quité y se acabo el cortaviento, y eso que pensábamos que iba a estar lloviendo todo el tiempo.
Ahora tocaba descensos rápidos por senderos y veredas, me animo un poco, he ido toda la carrera controlado, reservando fuerzas, quedan sobre 20 kms y me encuentro bien, mucho mejor de lo esperado, voy descendiendo deprisa, tengo un pequeño susto con una cala, se me sale y me doy en la espinilla y ahí se acaba mi entusiasmo, a partir de ese momento más tranquilo todavía, me doy cuenta que ahora lo importante es llegar bien y dejarme de tonterías y de los tiempos, sigo descendiendo y veo a otro ciclista con la bici andando le pregunto y me dice que tiene un problema mecánico con la rueda, intento ayudarle pero nos faltan unos alicates para quitar una válvula y lo tengo que dejar, en el fondo me da pena, eso era por el kilómetro 90, tenía que hacerse 10 andando con la bici, me imagino que llegaría, sigo pensando la suerte que tengo, que voy montado en la bici y todo ha ido bien, tanto mecánicamente, como de fuerzas, como de cabeza, de todo, sigo dando gracias y me voy recreando un poco, ahora si, por donde voy pasando, dándole a los pedales como si no fuera conmigo, como si no hubiera un mañana, como si estuviera de paseo, una sensación de bienestar, no me siento cansado, me siento una persona nueva, con nuevo espíritu y con fuerzas para seguir, empiezo a ver a marchadores, nos meten por un lado de la rambla y a ellos por el medio y luego por el paseo marítimo pegado a la playa .
Primero por Aguadulce y luego Roquetas, me da la sensación que no llego, al final se me está haciendo largo y de pronto la meta, hay vallas y mucha gente animándote, voy despacio, me adelantan algún ciclista, quiero saborear la meta, por fin la cruzo y me dan una medalla conmemorativa.
Cuando llego no quiero nada, solo quiero estar tranquilo, que me dejen solo, es mi momento y me digo a mi mismo “Conseguido” era como un reto personal, llevábamos toda la semana con previsiones de lluvias torrenciales, en fin que no cayó ni una gota, lo que es la vida, me relajo un poco y veo que todo el mundo va hacia un sitio para coger la sudadera conmemorativa, así que la tranquilidad dura poco en la casa del pobre, vamos a las colas otra vez, es verde con el escudo de la Legión y de la Desértica y luego veo otra cola para pasar al recinto, ando un poco perdido y llamo a mi amigo Ricardo que ya ha llegado y me dice: qué está en la cola para los macarrones, una comida de rancho que nos dan los militares, me acompaña dejamos la bici y nos ponemos de nuevo en la cola, nos dan una bandeja tipo militar, pero de plástico, con macarrones, patatas fritas, consomé, dos filetes de lomo, jamón de York, coca-cola y yogur, comemos lo que podemos al principio parece que no tenemos mucho hambre, pero nos ponemos a comer y nos comemos casi todo.
Nos vamos rápido, vienen a por nosotros, gracias Maria, es la mujer de Ricardo y se agradece estamos en Roquetas de Mar y tenemos que ir a Almería. Llego con la bici llena de barro y la dejo en el trastero a fecha de hoy tres días después sigo sin lavarla, en fin, me ducho rápido, me estaban esperando y ahora sí, la merecida cerveza, estoy como en una nube, parece que esta vida no va conmigo, como que me viene un poco impuesta, supongo que será un poco por el cansancio acumulado, estoy deseando pillar la cama y a dormir, mañana reflexionaré un poco lo que he sentido por hoy lo dejo aquí…
Han pasado unos días más y mis sensaciones son contradictorias, la experiencia me encantó, es una lucha interna contra ti, tú contra la carrera, contra el tiempo, contra todo, estás presente y eso te hace fuerte. La carrera es larga y hubo momentos de todo, lo que sí puedo decir que las fuerzas no me abandonaron en ningún momento, tampoco me planteé, ni se me paso por la cabeza la idea: “que estaba haciendo aquí”, no sé, el espíritu de la prueba me atrapó y yo era uno más de muchos que no pensábamos, solo le dábamos a los pedales, éramos carrera, éramos Desértica, vaya sensación de plenitud, de ser todo.
Me pregunto: ¿Repetirás el año que viene? Sinceramente no lo sé, soy de los que piensan, que las cosas tenemos que hacerla porque nos apetece y en este caso queda casi un año y no puedo saber las ganas que tendré, ya veremos lo que nos dice la vida.
Personalmente, todo lo que hacemos en nuestra vida, como dicen en Gladiator, tiene un eco en la eternidad, es broma, nos aporta algo y nos sirve para darnos cuenta, que podemos conseguir muchas más cosas de las que pensamos, que todo está en nuestra cabeza y somos capaces de mucho más de lo que creemos, solo tenemos que estar convencidos que sí podemos hacerlo.
Me gusta lo de «las cosas tenemos que hacerla porque nos apetece», si es de otra manera vamos mal