Escuchando una canción de Alaska y Dinarama: “Cómo pudiste hacerme esto a mí”, parece mentira, pero es del año 1984, en la última estrofa, “una y no más Santo Tomás” y me ha resonado en mi cabeza como un resorte, ha sido una llamada de atención y no podía evitar hablaros de ello.
https://www.youtube.com/watch?v=aEPDNfgLA8Q
¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?
Yo que te hubiese querido hasta el fin
Sé que te arrepentirás
La calle desierta, la noche ideal
Un coche sin luces no pudo esquivar
Un golpe certero
Y todo terminó entre ellos de repente
Ella no quiso ni mirar
Nunca daría marcha atrás
Una y no más santo Tomás
Se ve que el Apóstol Santo Tomás hizo una y de las gordas, en ese momento no me acordaba, he tenido que mirarlo.
Cuanto Santo Tomás, uno de los doce Apóstoles, le dijeron que Jesús volvería entre los muertos, éste no lo creyó. Según el evangelio Tomás dijo: “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré». Cuando Jesús de Nazaret resucitó, según la Biblia, fué al encuentro de sus apóstoles y recriminó a su escéptico seguidor, porque necesitó «ver para creer».
«Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron«, dijo Cristo, quien habría resucitado al tercer día de haber sido crucificado, según los evangelios del Nuevo Testamento.
Parece mentira que después de dos mil años todavía sigamos utilizando esa expresión, cuando alguien nos la hace gorda y ya no le vamos a dejar que nos la haga otra vez, o pensamos que con una basta.
He seguido leyendo y hay más frases que han perdurado, la de Poncio Pilatos: “Yo me lavo las manos”, cuando los mismos que habían aclamado a Jesús le querían crucificar, bueno no lo crucificaron, que fué peor.
“El beso de Judas” se les llama a los traidores, Judas se dirigió a Jesús y le besó para indicar quien era al que llamaban el rey de los judíos.
Esto viene a otra frase que me han dicho esta mañana en la panadería, he salido corriendo a comprar el pan, cuando he mirado no había y tenía que preparar unas tostadas, iba con prisas, con mi cabeza en otras cosas, no había saludado y cuando me he dado cuenta, he dicho: “Buenos días, que no había dicho nada” y me ha contestado un hombre mayor que había sentado en un banquito. La panadería es un sitio de encuentro, siempre hay gente con sus tertulias, echan un rato, se echan su parrafada. A lo que voy, me ha contestado: “Mientras no tengas prisas para morirte”. Jajajaja, espero que para eso no tenga prisa. Y la verdad que, para morirme, no me voy a dar prisa, me lo tomaré con más tranquilidad.
Son palabras agudas, dichas cuando hay que decirlas y te hacen reflexionar y darte cuenta que las prisas no son buenas consejeras y aplicando el refrán: “vísteme despacio que tengo prisa”, que sabios que son los refranes, cuanta sabiduría popular. Eso sí, hay que utilizarlos cuando vienen al caso, esa es su grandeza, y ahí es donde desarrollan todo su saber mundano, que no es poco, era una forma de hablar, mi abuelo hablaba con refranes, en cada cosa que te decía siempre metía alguno y a mí me gustaba oírlo.
Me estoy acordando, que en el dormitorio de mis padres, cuando yo era un niño, tenían dos ceniceros de esos de cristal, en el fondo se podía leer un refrán, en uno del que más me acuerdo, en ese momento no lo entendí, y con la edad y el tiempo, creo que lo he descifrado: “Cuarentón y solterón que suerte que tienes cabrón”, es un refrán con palabrota incluida, quizás por eso me llamó tanto la atención, y ha perdurado tanto en mi memoria, como no se podían decir. Aunque pienso, que en pareja es la mejor forma de estar, en ocasiones, el casado mira con recelo al soltero, que hace lo que quiere y no tiene que dar explicaciones. Tendrá más acepciones y cada cual lo descifrará desde su punto de vista. En el otro cenicero, estoy haciendo memoria y no me acuerdo, que no hay forma, se lo preguntaré a mi hermano a ver lo que me dice.
Hay muchos refranes y dichos, hay libros y listas innumerables, pero voy a escribir los que más uso en mi forma de hablar, los que tengo más en boca.
“No digas nunca de este agua no beberé”, porque te puedes comer tus palabras o tus actos. Mi amigo Antonio con muy buen criterio me comentó, que el Conde de Romanones dijo: A la salida de una sesión del Consejo de Ministros, los periodistas reprocharon al Conde que ese mismo día su Gobierno hubiera aprobado una medida, que veinticuatro horas antes había descartado “para siempre jamás”. Imperturbable, el Conde adoctrinó a los periodistas: “tengan ustedes en cuenta que cuando digo jamás, siempre me refiero al momento presente”. Es tremendo, pero que carga de realismo, como la vida misma, no debemos ser esclavos de nuestras palabras.
Este refrán cuando lo utilizo, una amiga me lo matiza y lo redondea… no digas de este agua no beberé, ni este cura es tu padre, y que razón tiene, la verdad que esa forma de terminarlo no la había escuchado.
“Perro ladrador, poco mordedor”, que voy a decir de este refrán, “dime de que presumes y te diré de que careces” en fin creo que ellos solos se explican. Y con este término “a quién hierro mata a hierro muere” este me gusta que está relacionado con el karma.
Al final y por el principio me he alargado un poco, quería hablar de las expresiones y he terminado hablando de los refranes, ¿se nota que me encantan?
Y ahora sí, para terminar un dicho que ha contado mi Suegra cuando veníamos hartos de comer y por supuesto que venia al caso: “Ya hemos comido y buenos estamos, que Dios le dé salud a nuestro amo, metidos en un zarzal, que ellos no puedan salir y nosotros entrar”, ahí lo dejo.
«A Dios rogando y con el mazo dando»… Continúa esforzándote, la cosa pinta bien… Saludos Goyo
Gracias… Saludos